Las cifras son alarmantes: cada año se generan más de 132 kg de residuos alimentarios por persona en la Unión Europea, de los cuales 72 kg proceden únicamente de los hogares, lo que representa alrededor del 54 % del total [1].
Reducir el desperdicio de alimentos se ha convertido en una prioridad mundial, no solo por razones medioambientales, sino también por motivos económicos y éticos. Los gobiernos y las organizaciones internacionales se han comprometido a legislar en favor de la reducción del desperdicio de alimentos. La Comisión Europea, por ejemplo, pretende reducir el desperdicio de alimentos per cápita a la mitad, tanto a nivel minorista como de consumo, para 2030, en consonancia con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3.
Una de las estrategias clave en este esfuerzo es la preservación de la calidad y la seguridad de los alimentos durante períodos más largos. Si bien las innovaciones en materia de refrigeración y envasado han contribuido de manera importante, el uso de antioxidantes sigue siendo uno de los métodos más eficaces para prevenir el deterioro y la degradación.
¿Cómo previenen los antioxidantes naturales el deterioro de los alimentos?
El deterioro suele tener su origen en reacciones oxidativas que afectan a las grasas, las proteínas y los pigmentos, especialmente en productos ricos en lípidos o hierro, como la carne y los lácteos. Esta degradación no solo afecta al sabor y al valor nutricional, sino que también provoca que se deseche una cantidad significativa de alimentos antes de su consumo, lo que reduce su vida útil. Los antioxidantes naturales pueden estabilizar las especies reactivas del oxígeno (ROS) y romper las reacciones en cadena de oxidación que degradan la calidad de los alimentos.
Los tocoferoles (vitamina E), que se extraen comúnmente de los aceites vegetales, se encuentran entre los antioxidantes naturales más eficaces en los alimentos. Su solubilidad lipídica les permite integrarse perfectamente en las matrices grasas, protegiéndolas del enranciamiento y permitiendo prolongar su vida útil. Además, los extractos vegetales de romero, orégano y semillas de uva presentan una fuerte actividad antioxidante y antimicrobiana, lo que contribuye no solo a la estabilidad oxidativa, sino también a mejorar la seguridad alimentaria al inhibir los organismos que provocan el deterioro.
Estos efectos son evidentes en diversas categorías de alimentos. En la carne, por ejemplo, el alfa-tocoferol mejoró significativamente la estabilidad oxidativa de la carne de vacuno y pollo cocinada [2]. En los lácteos, la inclusión de ingredientes botánicos ricos en polifenoles, como la manzanilla y el ginseng rojo, aumentó el contenido de antioxidantes en el yogur, mejorando la vida útil y manteniendo las propiedades sensoriales deseadas [3].
Alargar la vida útil y reducir el desperdicio de alimentos mediante la conservación natural
La prolongación de la vida útil es fundamental para reducir el desperdicio de alimentos, especialmente en categorías perecederas como la carne, los lácteos y los alimentos de origen vegetal. Los antioxidantes naturales ofrecen una forma de preservar la calidad de los alimentos sin depender de aditivos sintéticos, que son objeto de un escrutinio cada vez mayor por parte de los reguladores y los consumidores. Su capacidad para retrasar la oxidación de los lípidos y las proteínas no solo mejora la longevidad del producto, sino que también reduce la frecuencia de eliminación de alimentos en toda la cadena de suministro, desde los procesadores hasta los hogares.
En términos prácticos, una vida útil más larga significa que los alimentos pueden transportarse a mayores distancias sin riesgo de deterioro, almacenarse durante más tiempo en los puntos de venta y conservarse en las despensas o frigoríficos domésticos sin que se estropeen prematuramente. Esta mayor facilidad de uso ayuda a los minoristas a gestionar el stock de forma más eficiente y reduce la frecuencia con la que se desechan los productos caducados. Para los consumidores, significa que se tiran menos compras debido a un deterioro inesperado, lo que contribuye directamente a reducir el desperdicio de alimentos a nivel doméstico.
La refrigeración, la congelación, el secado, la fermentación, el enlatado, la pasteurización, la esterilización, el envasado a alta presión y los antioxidantes se han utilizado para prolongar la vida útil de los alimentos y reducir los residuos. No obstante, las investigaciones han demostrado que la integración de antioxidantes naturales en el producto, en lugar de depender únicamente del envasado, ofrece una estrategia de conservación más completa. Por ejemplo, el yogur enriquecido con extracto de cáscara de granada mostró mejoras significativas en la actividad antioxidante y la estabilidad general [4].
Este enfoque permite que los alimentos se mantengan comestibles y apetecibles durante más tiempo, lo que reduce la presión sobre la logística minorista y disminuye las tasas de deterioro a nivel del consumidor.
¿Por qué los fabricantes de alimentos están recurriendo a los antioxidantes naturales?
El cambio hacia los antioxidantes naturales está impulsado por múltiples factores. Los ingredientes con etiquetas limpias que respetan las preferencias de los consumidores, la presión regulatoria sobre los aditivos sintéticos y los crecientes objetivos de sostenibilidad son factores clave. Pero más allá de las tendencias del mercado, los antioxidantes naturales ofrecen beneficios cuantificables. Se ha demostrado que mejoran la estabilidad oxidativa, conservan los nutrientes y, en algunos casos, aumentan el valor nutricional de los alimentos al aportar compuestos bioactivos como polifenoles y tocoferoles.
Además, el uso de estos compuestos se alinea con estrategias más amplias para reducir el desperdicio de alimentos. Las pérdidas en los países industrializados se concentran a menudo en el comercio minorista y los hogares, precisamente donde la prolongación de la vida útil tiene un mayor potencial de impacto. Al mejorar la durabilidad sin comprometer la calidad ni la confianza de los consumidores, los antioxidantes naturales ayudan a los fabricantes a abordar tanto los objetivos de reducción de residuos como los de bienestar.
En este contexto, Btsa ofrece una valiosa contribución a la industria alimentaria. Con décadas de experiencia en el desarrollo de soluciones antioxidantes naturales, ofrecemos antioxidantes naturales ricos en tocoferoles.
Tocobiol® es un antioxidante natural para la conservación de alimentos elaborado a partir de tocoferoles procedentes de aceites vegetales no transgénicos. Es ideal para proteger los alimentos y aumentar su vida útil sin alterar el color ni el olor del producto final. Se trata de un ingrediente de etiqueta limpia que bloquea los radicales libres, protegiendo las grasas y los aceites de la rancidez.
La creciente importancia de la conservación de los alimentos como medio para minimizar los residuos hace que los antioxidantes naturales sean más relevantes que nunca. Sus propiedades funcionales, su versatilidad en diversas aplicaciones y su compatibilidad con los sistemas de producción respetuosos con el medio ambiente los sitúan en el centro de una industria alimentaria más inteligente y sostenible.
Fuentes
[1] European Commission. Food waste and food waste prevention – estimates. Eurostat Statistics Explained. 2024 Sep [cited 2025 Apr 14]. Available from: https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Food_waste_and_food_waste_prevention_-_estimates
[2] Rojas MC, Brewer MS. Effect of natural antioxidants on oxidative stability of cooked, refrigerated beef and pork. J Food Sci. 2007 May;72(4):S282-8. doi: 10.1111/j.1750-3841.2007.00335.x.
[3] Alenisan MA, Alqattan HH, Tolbah LS, Shori AB. Antioxidant properties of dairy products fortified with natural additives: A review. Journal of the Association of Arab Universities for Basic and Applied Sciences. 2017;24:101–6. doi:10.1016/j.fshw.2017.05.002
[4] El-Said MM, El-Said MA, Othman SI, Al-Kahtani SN, El-Shehawi AM, El-Damrawy SZ. Antioxidant activities and physical properties of stirred yoghurt fortified with pomegranate peel extracts. Annals of Agricultural Sciences. 2014;59(1):207-12. doi.org/10.1016/j.aoas.2014.11.007.